29/03/2023. Comparezco en esta ilustre Sede y ante esta ilustre Asociación de
profesionales veteranos de la actividad comercial, para pronunciar
unas palabras de presentación de la persona a la que hace ya más de
tres años se le confió la tarea del Canto que merece la más significativa
de las celebraciones de nuestra muy querida ciudad de Sevilla, cual es
su Semana Santa, y que hasta hoy no ha sido posible tras el penoso
episodio de la pandemia que nos ha tocado vivir y soportar, por lo que
damos gracias a Dios.
Y lo hago, lo que para mí es un honor y un motivo de profundo
sentimiento, correspondiendo del mejor modo que me es posible a una
amistad de siempre, a una amistad que nace de un fervor y de un
sentimiento común cual es el amor ante todo a Dios y a María
Santísima de Gracia, Madre y Excelsa Patrona de la Ciudad de la que
nuestro querido amigo Juan Manuel Jiménez Pérez y quien le presenta
procedemos, cual es Carmona, Muy Noble y Muy Leal Ciudad,
antigua Villa de “fijosdalgos”, antesala y refugio de Sevilla en los
anales de la Historia, por lo que cabe preguntarse qué tiene un
carmonense que a la vez no se sienta sevillano.
Y este es el caso del carmonense Juan Manuel Jiménez Pérez
que, aunque sevillano de nacimiento, tuvo su hogar en Carmona, en el
seno de una familia bien conocida y estimada, noble y acogedora, hijo
de un padre, cual Manuel Jiménez Macedo, de quien supo recibir y
sigue recibiendo el mejor legado y don que le caracteriza, cual es la
entrega y afición a la representación teatral, como arte y actividad, por
la que transmite una representación sin parangón, de suma
experiencia y profesionalidad, pero también de amor, de justicia, de fe,
de bondad y belleza..., como arte en el que germina y se desarrolla el
mejor y más alegre de los mensajes, la más profunda de las oraciones,
la más sublime de las heroicidades, la más victoriosa de las batallas.
Hoy, y desde hace no pocos años, Juan Manuel reside en Sevilla,
en Triana, con su esposa María del Carmen e hija Marina, y donde
desarrolla su tarea profesional, juntamente con sus labores cristianas y

también artísticas que simultánea tanto en Sevilla como en el pueblo
del que procede.
No otra cosa podía salir de alguien que esencialmente es buena
persona, cabal, paciente y cristiana, y por eso estoy aquí, honrando la
amistad y la gallardía de un amigo, admirado siempre, que tiene todo
mi reconocimiento.
Su afición al Teatro tiene su origen en la educación cristiana
recibida de los Salesianos, en su Colegio de Carmona, y
particularmente de su padre, de apellido o alias Macedo, de una gracia
y comicidad inigualable, que ha dejado profunda huella en todos
cuantos tuvimos la dicha y satisfacción de contemplarlo, en mi caso
desde los tiempos de mi niñez, pero siempre como un medio de
educación y formación, como ha sido el caso de su hijo Juan Manuel.
Tanto en Sevilla, como en Carmona y otros lugares, Juan
Manuel ha tenido y sigue teniendo la oportunidad de poder seguir
representando obras de teatro, de muy diverso carácter, de las que
caben destacar las compuestas por nuestros grandes autores de teatro
costumbrista y cómico, como lo fueron los Hermanos Alvarez
Quintero, Pedro Pérez Fernández, Pedro Muñoz Seca, Alfonso Paso,
García Alvarez, Llopis, Arniches etcétera, sin olvidar, por supuesto
que no, el Teatro clásico de nuestros mejores comediantes y
dramaturgos, y todo a través de los grupos por él creados o en los que
se integró, como ha sido el caso en Sevilla de “Giraldillos de
Comedias”.
Cofrade de carta cabal, ha sido siempre un hermano ejemplar,
dando muestra y testimonio constante de su fe, tanto en las Cofradías
de las que forma parte, como en las actividades de formación y apoyo,
tanto en su pueblo como en Sevilla y otras poblaciones, capataz de
paso, pregonero y constante animador.
Querido Juan Manuel: aquí nos encontramos tú y yo, en Sevilla,
en la misma calle Sierpes, junto a la Giralda, tan cercana, y más
cercana en el corazón la Excelsa y amada Virgen de los Reyes,
cercanos ya a unos días de sol y de estrellas, esmeraldas y rubíes,
símbolo todo de una antigua penitencia, y deléitanos a todos con tu
palabra y profunda experiencia, junto a esta ilustre y estimada señora
que también lo hará con el canto de la saeta.